Habrá sexto partido. Golden State ganó en Toronto a los Raptors (105-106) y puso el 3-2 en las Finales 2019 de la NBA. Los Warriors siguen con vida después de triunfar a domicilio en el Game 5 y devuelven la serie a Oakland, en el último partido de la historia del Oracle Arena como feudo de los de La Bahía. Será este jueves. Ahí no estará Kevin Durant, quien reaparecía después de un mes lesionado y que tardó apenas un cuarto en caer con una grave lesión de Aquiles y ya sí decir adiós definitivamente a las Finales.
Pero pasaron tantas cosas en el partido, que por momentos la lesión de Durant pareció algo de otra vida, de otro día al menos. Porque los Raptors, a poco de la conclusión del choque, eran los campeones de la NBA. Sí. Quizá arrancar todo el relato por el final es la mejor forma de entender por qué estas Finales siguen en liza. ¿Por qué hay sexto partido? Porque los Warriors, este lunes más que nunca, hicieron honor a su nombre.
Decíamos que los Raptors eran campeones, gracias a 10 puntos seguidos de Kawhi Leonard, que se asomó en el tramo decisivo del choque para hacer saltar a Toronto desde el 93-95 al 103-97. Fue un parcial de 10-2, con los Warriors perdiendo la cabeza en tiros alocados, como si cayeran por más puntos y quedaran solo segundos. Pero se daba la circunstancia de que la diferencia no era tan abultada y de que quedaban casi tres minutos.
Quizá cuando se dieron cuenta de ello, de que el 103-97 era una losa pero que pesaba menos de lo que parecía y que de levantarla dependían todas las Finales, los Warriors resurgieron. El caso es que lo que vino tras ello fueron una concatenación de errores de Toronto—¿el famoso miedo a ganar?—y la sobriedad de quien se ha visto en alguna situación de estas y por fin ha conseguido tranquilizarse. Calmados los Warriors, los Splash Brothers concretamente, un parcial de 0-9, donde no se incluyó una polémica canasta anulada a DeMarcus Cousins, dio la vuelta a todo, otra vez. Y 103-106. Medio minuto, posesión visitante, absurda falta en ataque de Cousins. Última bola para Toronto. En esa mano, el anillo en juego